¿Cuál es la relación que se puede establecer entre una ópera emblemática de Richard Wagner, su versión cinematográfica un siglo después, y el doble nacimiento de la bioética, acontecido entre ambas producciones estéticas? El campo de la bioética nos convoca a ese lugar de complejidad inaugurado por el acontecimiento de los grandes dilemas humanos. Podríamos acordar en que la bioética es la disciplina encargada de lidiar con la cuestión ética del bios, es decir de la vida, incluyendo ineludiblemente a la muerte del ser humano. Pero es impostergable aclarar que lo complejo deviene así lo constitutivo, lo propio e incluso lo distintivo del tipo de reflexión que abordaremos. Porque las decisiones, los principios, y las responsabilidades que se toman en el campo de la bioética son diferentes maneras de cernir, en un intento por legalizar, ese real inaprensible, pero constitutivo del vasto campo de las decisiones humanas. El discurso de la bioética, como todo discurso, se entreteje en la conversación de múltiples voces, y allí radica el desafío actual que la encrucijada de su poder discursivo nos propone. La presentación del pensamiento de Fritz Jahr y su diálogo con una ópera emblemática de Richard Wagner, llevada al cine por el gran director alemán Hans-Jürgen Syberberg, es un claro ejemplo de ello. Hagamos un poco de historia. Tradicionalmente el origen de la bioética ha sido fechado en 1970. En diferentes enciclopedias podemos encontrar que el término “bioética” fue concebido en Michigan por Van Rensselaer Potter a partir de la publicación de la obra “Bioethics: Bridge to the Future” [Bioética: un puente hacia el futuro]. Asimismo dicho término parece haber sido concebido de forma independiente pero aparentemente al mismo tiempo en Washington, D.C. por Andre Hellegers y el Sargento Shriver. El objetivo de este escrito es suplementar o complementar esta información con un hallazgo reciente. Investigaciones iniciadas por Hans-Martin Sass revelan que el término bio-ética fue acuñado en el año 1927, cuando un pastor protestante alemán llamado Fritz Jahr, publicó un artículo titulado: Bio-Ethik. Eine Umschau über die ethischen Beziehungen des Menschen zu Tier und Pflanze [Bio-ética: una perspectiva de la relación ética de los seres humanos con los animales y las plantas]. Artículo donde se propone un “imperativo bioético” [1] que supone una extensión del imperativo moral kantiano a todas las formas de vida; modificando la estructura categórica inflexible de Kant, convirtiéndola en un modelo situacional de acuerdo al equilibrio entre las obligaciones morales, los derechos y las cosmovisiones: “respeta a cada ser viviente como un fin en sí mismo, y trátalo, de ser posible, como tal.” Fritz Jahr conceptualizó el término bioética a partir de una cosmovisión singular, propia de una época diferente. Intentaremos entonces pensar este hallazgo con un renovado interés por el alcance que la bioética contemporánea nos propone. El artículo pionero de Fritz Jahr: Bio-Ethik. Eine Umschau über die ethischen Beziehungen des Menschen zu Tier und Pflanze (1927) fue publicado como editorial del emblemático periodico alemán Kosmos. Resulta interesante que un periódico prestigioso, solo comparable con las actuales “Nature” y “Science” aceptara un artículo de un ignoto pastor protestante, solo por el mérito de haber introducido un concepto innovador que a su vez amplia el formal Imperativo Categórico kantiano. En dicho artículo Jahr piensa la “bio-ética” como una nueva disciplina académica. Pero resulta necesario contextualizar históricamente los inicios de esta disciplina para analizar los alcances que este hallazgo nos devuelve sobre el escenario actual. ¿Quién fue Fritz Jahr? Fritz Jahr nace en 1895 y muere en 1953. Fue un pastor protestante, filósofo y educador que vivió en la ciudad alemana de Halle an der Saale. A la edad de 18 años se muda con su familia a Albert-Schmidt-Strasse 8 donde permanece hasta su muerte; esto nos permite conjeturar que tuvo escaso contacto con el ambiente cultural y científico de su época . Sabemos sin embargo de las dificultades políticas, económicas y sociales de la Alemania de los años 20, como así también del resto de Europa. Momento cuando comenzaba la Gran Depresión y los nazis iniciaban el proceso de tomar las riendas de la política, la sociedad y la opinión pública. Recordemos asimismo que después del final de la Segunda Guerra Mundial, la ciudad de Halle an der Saale formó parte de la Alemania Oriental hasta 1990. Fechar los inicios de la bioética dentro de la cosmovisión de este periodo histórico tendrá importantes consecuencias. En varios de sus artículos puede percibirse un fuerte compromiso con la educación. Fritz Jahr se oponía a los antiguos modelos paternalistas de enseñanza, abogando por modelos educativos que contemplen el libre pensamiento y la interacción grupal en la construcción de las ideas. Esto lo llevo a circular por una gran cantidad de espacios educativos (sólo entre 1917 y 1925 trabajo en once institutos educativos diferentes) con el afán de expandir su visión. Luego de la publicación de su obra pionera, se conocen hasta el momento, dieciocho artículos breves fechados entre los años 1927 y 1947. Jahr consideraba que los artículos breves eran la forma más adecuada para asegurarse la divulgación de los mismos. También se dirigía a educadores y eticistas promoviendo que las publicaciones no quedaran confinadas sólo a revistas académicas especializadas, o al debate de los círculos más íntimos de la discusión, sino que abogaba por la utilización de los medios modernos, en especial los medios masivos de comunicación, en su afán de alcanzar un audiencia general y contribuir de otro modo a la enseñanza de la ética. Pero como dijimos, debido a la complejidad del clima social, político y cultural del periodo de entre guerras, las ideas innovadoras de Fritz Jahr no tuvieron mucho eco en su momento. Es así cómo el contexto social y político que rodea el nacimiento de la bioética cobra actualmente un valor renovado. La gran importancia de este descubrimiento radica en la posibilidad de establecer una conexión en el nacimiento de la bioética, ligada a la tradición filosófica europea y al debate de entre-guerras. Es a partir de este artículo pionero, fechado en 1927, donde se encuentra el germen de una concepción bioética fuertemente influenciada por los grandes pensadores del romanticismo europeo, a la vez que recupera el legado de importantes precursores. Fritz Jahr desarrolla el alcance de la bioética como una disciplina, un principio y una virtud en diálogo cercano con la cosmovisión kantiana, extendiendo y modificando el imperativo categórico formal en un Imperativo Bioético con un contenido más abarcador y flexible. Adopta asimismo las enseñanzas de San Francisco de Assis quien abogaba por el cuidado y respeto hacia los animales y las plantas. La concepción bioética de Fritz Jahr cuenta a su vez con el aporte teórico de importantes pensadores entre los que se encuentran, Theodor Fechner, Rudolf Eisler y Arthur Schopenhauer. A la vez que nos sorprende con el aporte estético que la ópera Parsifal de Richard Wagner introduce, como una de las referencias que retomaremos de este texto pionero. Actualidad del pensamiento de Fritz Jahr Durante los días 11 y 12 de Marzo de 2011 se desarrolló en Rijeka, Croacia, el primer encuentro dedicado a la revisión de la obra de Fritz [2] . Fruto de dicho intercambio se estableció la Declaración de Rijeka [3], con el afán de suplementar los alcances de la perspectiva bioética actual. También fue la oportunidad para visitar una modesta capilla medieval, la Iglesia Santa María de las Rocas, ubicada en las cercanías de Beram, Istria Central donde se conservan intactos los frescos, que son un legado de la obra del maestro Vincent de Kastav, artista que habitó la región durante la segunda mitad del siglo XV. De entre los diferentes motivos representados, hay uno que llamó nuestra atención, y que podríamos denominar “el desfile de los muertos” Las osamentas se alistan, en una danza macabra, junto a médicos, comerciantes, reyes y hasta el mismísimo Papa. ¿No anticipa acaso esta genial visión del artista medieval una preocupación bioética y sobre todo biopolítica actual? En tiempos en que el tratamiento de la vida y la muerte ha pasado a ser objeto del Derecho, de la Medicina, pero también del gobierno y de la Iglesia, la obra de Vincent de Kastav nos devuelve el valor de un gesto. Irónico, en este caso, ya que los muertos se intercalan entre los vivos y a pesar de sus actitudes festivas, no parecen estar muy a gusto en semejante compañía Montesano, Lima & Michel Fariña: Nachträglich de la (bio)ética. [4] Referencias al Parsifal de Richard Wagner Como lo adelantamos anteriormente, uno de los aspectos más sorprendentes de esta exhumación de la obra de Jahr fue su referencia a la estética, a la cosmovisión de una época, que sólo se deja aprehender por el recurso artístico. En su artículo pionero Fritz Jahr se sirve de dos momentos, de dos recortes escénicos de la opera Parsifal de Richard Wagner, que contienen en germen la fuerza de la noción bioética que Jahr intentaba conceptualizar. Referencia entonces que nos introduce en la narrativa de una conmovedora historia: Gurnemanz se encontraba diciendo sus plegarias cuando algo terrible sucede. Alguien ha asesinado al hermoso cisne blanco. Aparentemente fue asesinado por una flecha que lo alcanzó en pleno vuelo. Traen al culpable, que es apenas un muchacho, y lo interrogan acerca del porqué de su acción. Él tan sólo responde que posee su arco y flecha para dispararle a todo lo que vuela… Gurnemanz señalando al cisne inerte, interpela la sensibilidad del muchacho con la siguiente pregunta: ¿puedes ver esa mirada en sus ojos? Como se puede ver, este fragmento en particular como así también el argumento de la opera en su conjunto deben haber influenciado el pensamiento de Jahr cuando se dispuso a delinear las recomendaciones y principios que deberían regir el trato con los animales, especialmente cuando estos se convierten en objeto de investigaciones científicas (Lolas Stepke, 2008). La mirada inerte del cisne cuestiona, no solo los términos de nuestra relación con los animales, sino también lo que somos capaces de percibir de nuestra condición humana a través de ellos. El respeto y el cuidado hacia los animales no provienen de su objetivación, ni tampoco se sostiene en un deber moralista, sino que nos responsabiliza en tanto lo que somos capaces de percibir de nuestra propia condición. ¿Qué nos dice esa mirada inerte acerca de nosotros mismos? Esa es la interpelación capaz de devolvernos nuestro propio mensaje en forma invertida. Siguiendo a Jahr entonces podríamos sostener que: “nuestra sensibilidad para con los animales, no detendrá nuestra compasión y ayuda frente a los seres humanos que sufren” [5]
NOTAS
[1] Sass, Hans-Martin: (2007) Fritz Jahr’s bioethischer Imperativ. 80 Jahre Bioethick in Deutschland von 1927 bis 2007. Bochum: Zentrum für medizinische Ethik, Medizinethische Materialien Heft 175.
[2] Jahr Fritz Jahr and European roots of Bioethics: establishing an international scholar’s network (EuroBioNethics)
[4] Aesthethika Revista Internacional sobre Subjetividad, Política y Arte. Vol. 6, (2), abril 2011, 1-7. http://www.aesthethika.org/convocat... .
[5] Fritz Jahr: Tierschutz und Ethik in ihren Beziehungen zueinander. Ethik. Sexual- und Gesellschaftsethik. Organ des Ethikbundes’ 1928, 4(6/7): 100-102.