Soul Kitchen (Akin, 2009) marca una diferencia con el resto de la filmografía del director turco - alemán Fatih Akin: se trata de una comedia liviana. A diferencia de Gegen die wand (Contra la Pared, 2004) y de Auf der anderen Seite (Al Otro Lado, 2007), dos dramas que marcaron su carrera y le proporcionaron cierta notoriedad ante la crítica europea, Soul Kitchen abandona la enunciación trágica para transitar las vías del humor. Se trata de una historia que responde a lo que Blacke Snyder, autor de uno de los manuales para la creación de guiones de mayor venta en el mundo, considera la exigencia fundamental de Hollywood: “dame más de lo mismo ¡pero distinto!” (Snyder, 2010: 47). Entre los condimentos del film encontramos algunas situaciones previsibles, personajes con rasgos muy acentuados, una estructura narrativa que ya hemos visto en varias comedias americanas y —por supuesto— un final feliz. Uno de los rasgos distintivos del cine de Akin viene dado por una inclinación hacia las historias que plantea el fenómeno inmigratorio en Alemania. Ciertamente, la experiencia de los jóvenes turcos de la generación de Akin, no es la de los gastarbeiter (trabajadores huéspedes) que desde los años sesenta se ocuparon de reconstruir Alemania con empleos mal pagos (Patzöld, 1999). Sin embargo, el haber pasado de contar historias desde los márgenes al centro de la sociedad, tal como declaraba Akin en una entrevista contemporánea al estreno de Soul Kitchen (Letelier, 2010), no ha hecho cesar su obsesión por los seres desatados que navegan como piratas entre su cultura de origen y la de una fría Alemania. Soul Kitchen es un restaurante que sirve comidas rápidas al ritmo del soul. Queda en Willhelmsburg, una isla de Hamburgo entre los brazos norte y sur del río Elba. Este dato no es ocioso para quienes no comprendan la razón de ser de Sokrates (Demir Gökgöl), un viejo marinero griego, y crónico moroso, que está de inquilino en la parte trasera del negocio y gasta sus horas reparando una embarcación. El mundo de Zinos (Adam Bousdoukos), el dueño del negocio, está habitado por seres que, como Sokrates, echan a rodar sus pasiones por los bordes de la sociedad germana. Su hermano Ilias (Moritz Bleibtreu), es un mediocre ladronzuelo y jugador empedernido que simula trabajar en Soul Kitchen para obtener salidas transitorias de la cárcel. Lucia (Anna Bederke), es una bella camarera bohemia que cita a Goethe mientras vacía shots de licor en las discos, vive de ocupa y sólo piensa en pintar sus cuadros. Y Lutz (Lucas Gregorowicz), un mozo de origen polaco, que en sus horas libres deviene guitarrista de una banda de música que pasa sus horas improvisando en el salón. La tragicomedia que el atormentado Zinos protagoniza a lo largo del film, basculará entre el intento de salvar su negocio (y su propia vida) de la ruina y la apuesta al signo totalmente singular que, en toda su ambivalencia, marca la historia: Soul Kitchen. Hasta su encuentro con Shayn (Birol Ünel), un excéntrico cocinero gitano, Zinos mantendrá una pobre clientela a base de salchichas, milanesas, pizzas y hamburguesas. Shayn aceptará dirigir su cocina a condición de no volver a preparar aquello que sin ambages califica como “mierda” y comenzar a cocinar algo más acorde al nombre del restaurant: “comida para el alma”. Shayn interpreta desde la gastronomía el significante soul que Zinos eligiera en referencia al género musical del mismo nombre. Además de conjugar dos pasiones akinianas con presencia en films anteriores, este malentendido servirá a Shayn de leimotiv para darse a la tarea de rescatar lo singular de aquel antro próximo a la ruina y enlazar a Zinos nuevamente al que fuera el lugar de sus sueños. Shayn es un chef bastante apegado a las tradiciones culinarias que se revela con violencia ante la idea de que sea el cliente quien tenga la razón y dicte las reglas. En lo que parece ser una insensatez más para sumar a su historia, Zinos le ofrece trabajo luego de verlo clavar un cuchillo sobre la mesa de un comensal —nada menos que el genial Gustav Peter Wohler— que, sin escuchar razones, exige que se satisfaga su apetito de “gazpacho caliente”. [1]] Esta escena —uno de los gags más divertidos del film— une las historias de ambos personajes. La posición ética que Shayn sostendrá a lo largo de la historia, le impedirá ceder ante aquello que extravió a Zinos y que, según señala Jacques Alain Miller, constituye el único imperativo que permanece incólume en el occidente contemporáneo: “debes satisfacer al consumidor” (Miller, 2005: 79). El verdadero extravío de Zinos consiste en creer que la única posibilidad de pagar sus facturas consiste en producir la mierda que sus clientes le exigen. Después de todo —piensa— Soul Kitchen no es precisamente el “templo del gourmet” y aquello que sus clientes piden no es otra cosa que “cuarenta platos distintos, todos con el mismo sabor” o, en otras palabras, lo mismo ¡pero distinto! Shayn conmoverá esta posición de una manera elocuente. En lugar de reivindicar las virtudes de la tradición culinaria, le demostrará a Zinos que aquello que él entiende por el “gusto de sus clientes” no es más que una ficción que adorna el plus de goce que exige el consumidor. En palabras de Shayn, “la gente no sabe lo que le gusta. Tiene un agujero en el estómago, y llena ese agujero con mierda”. Luego de decir estas palabras Shayn procederá a preparar un plato gourmet con comida chatarra ante la mirada atónita de Zinos. Al terminar, arrojará a la basura los semblantes que hacen de ese objeto un plato gourmet y ofrecerá preparar, por el mismo precio, platos distintos cada día. Con esta brutal operación, Shayn logrará desatar a Zinos de aquel imperativo que lo mueve a producir “mierda” para pagar sus cuentas, abriendo ante él la vía del goce singular de la cocina. Shayn sabe que tanto el “templo del gourmet” como el apetito del consumidor son ficciones, pero es capaz de servirse de ellas sin renunciar a la satisfacción que encuentra en explorar las profundidades insondables del gusto, a través del carácter singular de su cocina. Este cocinero, con toda su insensatez y a base de lanzar cuchillos afilados contra mesas y paredes, logra que Zinos deje de considerarse un ser tan superfluo como la comida que vende y encuentre un arraigo en su propia y rara invención: Soul Kitchen. Soul Kitchen es más de lo mismo ¡pero distinto! Pero, a diferencia de muchas de las maquinarias narrativas de Hollywood, no se agota en una fórmula ni en la complacencia del espectador, sino que sirve de vehículo a la experiencia y el gusto singular de un gran director. Referencias Letelier, J. (2 de agosto, 2010) Entrevista con Fatih Akin: “Fatih Akin, el imprescindible del cine alemán, llega a la Cineteca Nacional” en La Tercera. Recogido el 25/12/2012 de: http://www.latercera.com/noticia/cultura/2010/08/1453-281073-9-fatih-akin-el-imprescindible-del-cine-aleman-llega-a-la-cineteca-nacional.shtml Miller, J.-A. (2005) El Otro que no existe y sus comités de ética. Bs. As. Paidós. Patzöld, B. (1999) “Cabezas de Turco en Alemania” en Le Monde Diplomatique. Edición Cono Sur. Noviembre de 1999. Snyder, B. (2010) Salva al Gato. El libro definitivo para la creación de un guión. Barcelona. Alba Editorial. Soul Kitchen (2009) Película dirigida por Fatih Akin. Alemania. [DVD].
NOTAS
[1] El gazpacho es un plato de origen español compuesto, entre otras cosas, por pedazos de pan, aceite, vinagre, sal, ajo y cebolla que, originalmente, se sirve frío [N. del Autor